La supermanzana, una vieja conocida para la ciudad de Barcelona
Andrea Pala
1. noviembre 2017
Supermanzana del Poblenou, Barcelona. Foto: Andrea Pala
El concepto de supermanzana no es tan nuevo como se puede pensar, ni tampoco lo es para la ciudad de Barcelona. Desde hace poco más de un año, en septiembre 2016, Barcelona puso en marcha el proyecto piloto de una supermanzana en el barrio del Poblenou. Este acontecimiento fue reportado por muchos medios como algo nuevo, un estreno. En realidad no era el primer ensayo.
La supermanzana del Poblenou resulta ser la cuarta que se inaugura en la ciudad catalana. La primera fue proyectada en 1993 en el antiguo barrio de la Ribera, hoy mejor conocido como Born, mientras que las otras dos datan de 2005, en el barrio de Gràcia. Al parecer, estas primeras se han integrado tan bien en el tejido urbano, que ya no son noticia.
Pero hay que volver atrás en el tiempo para encontrar la primera propuesta de supermanzana en Barcelona. Entre 1932 y 1935, los arquitectos Josep Lluís Sert y Le Corbusier proyectaron el Plan Macià, nombrado así en honor del entonces presidente de la Generalidad de Cataluña, Francesc Macià. Este proyecto planteaba un desarrollo urbanístico de estilo racionalista. Preveía juntar nueve manzanas del Ensanche en un conjunto residencial basado en las viviendas à redent lecorbuserianas, creando así una red de módulos de 400 x 400 metros. La Casa Bloc, realizada en el mismo periodo en el barrio de Sant Andreu por el grupo de arquitectos GATEPAC, aún hoy guarda la memoria de aquella propuesta que nunca llegó a realizarse.
Plan Macià, Barcelona 1932-1935. © FLC/ADAGP
La supermanzana es el resultado de la búsqueda de orden y funcionalidad dentro de la ciudad, impulsado por el Movimiento Moderno. El Plan Macià indudablemente lo confirma, así como otro gran proyecto: el plan piloto de ordenación de Brasilia. Proyectada por Lucio Costa (1956-1960), la capital brasileña se caracteriza por sus superquadras, unas unidades vecinales formadas por bloques alargados rodeados de jardines y equipamientos, y protegidas con unas bandas arboladas de 20 m de anchura.
Como se ha visto, Barcelona fue pionera en la intención de desarrollar un nuevo modelo urbanístico basado en un sistema de supermanzanas, y todavía sigue creyendo en las potencialidades de esta célula urbana. Hoy el gran impulsor de la supermanzana es Salvador Rueda, director de BCNecologia, Agencia de Ecología Urbana de Barcelona que se ocupa de la ciudad en términos de sostenibilidad. Se trata de un consorcio público integrado por el Ayuntamiento de Barcelona con el objetivo de aportar soluciones en la gestión de la movilidad, energía, residuos, agua, biodiversidad y cohesión social dentro del ámbito urbano.
Supermanzana del Poblenou, Barcelona. Foto: Andrea Pala
Como Rueda afirma, su idea de supermanzana nace en relación al problema de la contaminación producida por el ruido de los coches, con el objetivo de garantizar las condiciones de confort acústico. En 1987, cuando era jefe técnico de medio ambiente del Ayuntamiento de Barcelona, se redactó el mapa del ruido de la ciudad. Salió a la luz una realidad preocupante: más del 50% de la gente vivía en una calle que superaba el umbral acústico admisible de 65 dBA.
Rueda comenta estos datos afirmando que el ruido sigue un patrón de “todo o nada”, es decir que si los coches circulan, los niveles de ruido superan siempre el límite. Por este motivo está convencido de que, para reducir el ruido, la calle tiene que ser vecinal. Se le ocurrió entonces gestionar el problema a través de la creación de una trama de supermanzanas; una solución que habría respetado el tejido existente sin comprometer la funcionalidad del sistema urbano.
Plan de Movilidad Urbana de Barcelona (PMU) 2013-2018.
Estas células, que agrupan 9 manzanas del Ensanche, definen una nueva jerarquía de la malla viaria donde cada medio de transporte tiene su red diferenciada. El tráfico motorizado circula fundamentalmente por las vías perimetrales, mientras las calles interiores se reservan al peatón y a cierto tipo de tráfico de velocidad limitada a 10 km/h: vehículos de residentes, emergencias, servicios, carga y descarga. El concepto de fondo es el mismo del Plan Macià, pero en este caso la estrategia es de tipo conservador y no contempla el derribo del parque edificatorio. A Rueda se le puede reconocer el mérito de haber sabido reinterpretar la situación existente del Ensanche de Barcelona, definida por el Plan Cerdá. Lo que se plantea es un cambio de escala, donde la unidad vecinal ya no está representada por una sola manzana, sino por nueve. Seguramente el Plan Cerdá ha sido una óptima base desde la cual comenzar, no solamente por su esquema geométrico de retícula, sino también por sus décadas de rodaje.
Plan de Movilidad Urbana de Barcelona (PMU) 2013-2018.
Finalmente, el Plan de Movilidad Urbana (PMU) 2013-2018 recoge el “modelo supermanzana” en su estrategia de desarrollo, no solo en respuesta al elevado índice del ruido ambiental, sino también para encontrar una solución a la escasez de espacios verdes y a los altos niveles de contaminación. Se trata de un proyecto ambicioso que pretende transformar gradualmente la ciudad en favor del peatón y del ciclista. Esto se suma al Plan de Recuperación de Interiores de Manzanas del Eixample, promovido desde hace años por el Ayuntamiento y la sociedad ProEixample, con la pretensión de recuperar la antigua idea de Ildefons Cerdà: liberar el corazón de las manzanas, hoy completamente saturado, para ser acondicionado al uso público.
El modelo de Salvador Rueda contempla la realización de 503 supermanzanas en total. La idea es extender la propuesta a toda la ciudad en manera democrática y equitativa, para no privilegiar ninguna zona y evitar fenómenos de gentrificación. Se ha empezado por el Poblenou principalmente por dos motivos: porque hay pocos residentes y, en consecuencia, menor fricción durante el proceso participativo, y también porque hay poco tráfico. Dos razones fácilmente criticables cuando se quiere poner a prueba la validez del proyecto entero. De hecho esta zona no parece ser la más representativa entre todas. Pero Rueda defiende la elección, comentando que se trata de una fase inicial de estudio, cuyo interés recae en el ensayo de las soluciones internas a la supermanzana.
Ha pasado un año y el proceso sigue en marcha. No faltan las críticas y el escepticismo, y el ayuntamiento reconoce que aún quedan problemas por resolver. Esta ciudad tiene una larga tradición alrededor de las supermanzanas y ha decidido apostar por este modelo urbano. Se trata de un proceso largo que tiene que ser perfeccionado con el tiempo y con la experiencia de campo. Siempre hay aprendizaje en el riesgo, y Barcelona nunca ha dejado de apostar por la innovación.