Prospectiva: Dos Torres de Álvaro Siza

En su dilatada carrera como arquitecto, Siza proyectó, entre otros muchos edificios, toda una serie de torres, algunas de las cuales llegaron a construirse. Los dos proyectos de torres que se muestran en la exposición DOS TORRES 90 Años Álvaro Siza, comisariada por António Choupina, cumplen funciones muy diferentes y son también antípodas en su apariencia. En Manhattan hay un rascacielos residencial lujoso y muy estrecho de 137 metros de altura construido entre 2014 y 2022, que forma un par desigual con una torre de observación y vigilancia de 16 metros de altura construida en el campo portugués entre 2018 y 2021.

Las primeras referencias que me vinieron a la mente para las dos torres fueron la descripción de Rem Koolhaas del Downtown Athletic Club en Delirious New York para el rascacielos de Manhattan, y la novela Los Vagabundos del Dharma del Beatnik Jack Kerouac sobre su estancia como vigilante de incendios en Desolation Peak en el estado de Washington.

La torre residencial de 37 pisos en Manhattan es el primer edificio de Siza en Estados Unidos. Se encuentra a una manzana del río Hudson entre Riverside Park South y Central Park, en la esquina de West 56th Street y Eleventh Avenue, en el barrio de Hell's Kitchen (también conocido como Clinton o Midtown West). El lote alargado y rectangular se corta en ángulo con respecto al edificio existente en la Undécima Avenida. Por lo tanto, el volumen se estrecha hacia el río, lo que hace que la torre parezca significativamente más delgada en la distancia. Hacia la calle 56, un volumen de hasta ocho plantas se adapta geométricamente a la forma del inmueble a modo de zócalo, de la que sobresale algo retranqueada la actual torre. 

El zócalo alberga 80 apartamentos de lujo de una a cuatro habitaciones, así como dúplex más grandes, que están cerrados por un espacioso ático de dos plantas. La fachada cuadriculada y uniforme refleja la cuadrícula urbana de Manhattan y no permite sacar ninguna conclusión sobre las unidades residenciales o las funciones detrás de ellas. Desde la mayoría de los apartamentos, los residentes tienen una vista magnífica del paisaje del río por un lado y del paisaje de rascacielos del centro de la ciudad por el otro. 

Todos los residentes tienen acceso a un espacioso patio cerrado con jardín en el segundo piso, un lounge con una discreta cocina de catering, una sala de juegos para niños, una sala multimedia con mesa de billar, un gimnasio, sauna de vapor, un estudio de yoga asi como una sala de boxeo. Además, se dispone de 18 plazas de aparcamiento para coches. Los extras de estas viviendas muestran que en este segmento de precios juegan un papel importante el autocuidado y el cuidado del cuerpo. El interior de las viviendas, diseñado con delicadeza y minimalismo a partir de materiales nobles, fue diseñado por los arquitectos de interiores de Nueva York Gabellini Sheppard. 

El aspecto exterior está fuertemente caracterizado por la retícula uniforme de los huecos de las ventanas y la fachada revestida de piedra caliza blanca, que, a pesar de su modesta altura, destaca en el entorno urbano. Las losas de piedra ese unen mediante un patrón de doble espiga que, cuando se ve a simple vista, parece un relieve plástico debido a sus ligeras irregularidades. La fachada posterior en el interior del bloque está casi completamente cerrada con losas de piedra caliza, que también encierran sin juntas las salas técnicas rematando la torre y así subrayan su fuerte presencia espacial. 

Junto a la torre de lujo en el densamente poblado Manhattan, más bien modesto parece el segundo proyecto en el paisaje portugués: una torre de vigilancia y observación en el Geoparque Naturtejo de la UNESCO entre Lisboa y Oporto en el distrito escasamente poblado de Proença-a-Nova, cuya población ha disminuido de 17.000 a 7.000 desde 1960 y por tanto está buscando estrategias para atraer a más residentes. 

La torre de 16 metros de altura se encuentra a 616 metros sobre el nivel del mar en la cima de la Serra das Talhadas. Desde aquí se puede ver el vasto paisaje para que los incendios forestales en verano se puedan identificar rápidamente. La torre también sirve de destino senderista desde el cual se puede divisar el panorama montañoso. En el mismo punto del camino ya había una torre que tuvo que ser sustituida. Inspirándose en el anclaje de los cimientos de hormigón en la roca y en cómo contrastaba con la estructura de hierro de la construcción anterior, Siza desarrolló la nueva torre a partir de cuatro plataformas cuadradas en voladizo, a las que se accede a través de dos sistemas de escaleras paralelas como un camino circular. La esencia del edificio anterior también dio forma al nuevo diseño, que ofrece tres niveles abiertos a los visitantes, con la plataforma superior un poco más pequeña con un techo para observar el paisaje.

Sostenida por cuatro soportes de acero y con las plataformas metálicas en voladizo, la torre de observación se yergue como un objeto de filigrana en el paisaje, que, aparece delicadamente incluso desde la distancia. Al diseñar la torre de observación, Siza redujo la arquitectura a lo esencial para dejar que el paisaje grandioso fuera el centro de atención.

Al igual que con todos los demás proyectos de construcción, Siza también aborda la tarea de las dos torres a través de muchos bocetos. Como dibujante extremadamente prolífico, piensa con lápiz, creando collages que ilustran el discurso y la evolución de los proyectos. Siza utiliza el boceto no solo como un paso para explorar un concepto, sino también como observaciones sobre sus propias ideas de diseño y como referencias históricas de la construcción. En este proceso de trabajo, los fascinantes bocetos brindan pistas sobre su comprensión del ejercicio, el contexto y su aproximación a la forma final. También documentan su búsqueda, el rodeo a mano del resultado, pero también la recapitulación de los proyectos construidos y planificados de colegas, que a menudo, en hojas llenas de bocetos, contienen también comentarios sobre su propio trabajo.

Se editará un catálogo para acompañar la exposición, en el que el comisario António Choupina explica en una introducción la importancia de las torres en la obra de Álvaro Siza. En breves textos sobre ambos proyectos, Siza también da una idea de su pensamiento. 
Los dos proyectos de torres se presentan en la exposición con expresivos bocetos, fotografías de gran tamaño y maquetas. Además, se proyectan entrevistas en pantallas y se exhiben elegantes muebles que Siza diseñó para el fabricante chino de muebles y patrocinador de Aedes, Camerich.

Desde un principio, las obras arquitectónicas de Siza se ubicaron entre el contexto local y los problemas globales. Las dos torres que se muestran en la exposición lo reflejan de manera ejemplar. La primera, en la densidad de Manhattan, donde era necesario contrastar sutilmente con las banales masas edificatorias vecinas, la segunda donde aparece el edificio en un frágil paisaje natural pero sin parecer dominante. Mientras una ofrece un escenario para el hedonismo de la gran ciudad, la otro se basa en experimentar la naturaleza, donde el viento y el clima son los factores determinantes. Aquí cerramos el círculo con Delirious New York de Koolhaas y los vagabundos de Kerouac en las montañas.