MUNCH, el museo diseñado por estudioHerreros

Antonio La Gioia
29. novembre 2021
Foto: ©Einar Aslaksen

La historia del museo es una historia atormentada, tal como la del artista que celebra. En consecuencia del último robo de una de las pinturas de ‘El Grito’, luego recuperada, del anterior Museo Munch en Tøyen en 2004, se generó un debate que llevó a la organización en 2009 de un concurso internacional de arquitectura para la realización de una instalación más segura. El concurso fue ganado por el estudio español de Juan Herreros y Jens Richter (estudioHerreros). Los siguientes 12 años fueron plagados de dificultades. Problemas de aceptación por parte de la ciudadanía, largas revisiones de los presupuestos, problemas técnicos con las puertas cortafuegos y la climatización, y finalmente el Covid-19 alargaron la espera hasta el pasado 22 de octubre, día de su inauguración. Ahora que está terminado, MUNCH sigue generando debates entre los que defienden la operación que permite la exposición de 26.700 obras de Edvard Munch, aportando valor a la ciudad, y los que consideran desproporcionado el gasto de casi 300 millones de Euros en un equipamiento dedicado a un solo artista, criticando también el resultado arquitectónico y urbanístico de la intervención.

Foto: ©Einar Aslaksen

El imponente edificio se encuentra en el waterfront del distrito de Bjørvika, antigua zona portuaria reconvertida en el corazón cultural de la ciudad, al lado de otras notables obras arquitectónicas tal como la Norwegian National Opera & Ballet del estudio Snøhetta y la recién inaugurada Deichman Library de Lund Hagem Arkitekter y Atelier Oslo. Se propone como algo más que un museo. De hecho la palabra museo se ha quitado del nombre, y la institución se presenta solo como MUNCH, con un programa rico de eventos y actuaciones que "hará que esta casa esté llena de vida de 10 a.m. a 10 p.m. todos los días", tal como declara du director Stein Olav Henrichsen.

Dibujo: ©estudioHerreros

Sobre la base de un podio horizontal, el edificio se desarrolla verticalmente hasta alcanzar una altura de 60 metros. Declara Juan Herreros: “Queríamos crear un símbolo vertical acogedor”… “Soy de la generación que ha consumido demasiados museos horizontales donde hay más gente caminando, sin saber a dónde van, que mirando las pinturas”.

Dibujo: ©estudioHerreros

El recorrido ascendente, desplazado hacia la fachada norte, arranca desde el espacio público cubierto del vestíbulo de entrada – donde encuentran lugar usos lúdicos, comerciales, culturales y de restauración – atraviesa los espacios expositivos y de administración y termina en las terrazas/observatorio/club de la cubierta. Este sistema vertical de comunicaciones se configura como un espacio público transparente y un mirador tanto hacia el exterior – proporcionando nuevos puntos de vista a la ciudad – como hacia el interior – enseñando las estancias que normalmente quedan ocultas, tal como salas de restauración, dependencias administrativas, la biblioteca o el centro educativo.

Foto: ©Einar Aslaksen

Desde el punto de vista formal, los elementos que caracterizan mayormente la imagen del edificio son la inclinación de las fachadas largas en la parte alta del edificio, y el revestimiento ondulado en paneles de aluminio perforado. Este gesto - no del todo original - confiere al volumen una tensión plástica que los recursos horizontales del revestimiento de fachada enfatizan, desestabilizando y dinamizando de esta manera una composición volumétrica muy sencilla. El edificio aparece como una imponente masa sedimentaria cuyas capas superiores se están deslizando hacia el mar. Esta tensión que comunica la imagen del edificio parece traer origen directo de las pinturas de Edvard Munch y se refleja incluso en el gran letrero, logotipo de la institución, cuyas letras inclinadas ocupan en altura una entera planta del edificio.

Foto: ©Einar Aslaksen

El interior ofrece unos espacios expositivos neutrales, perfectamente diseñados para alojar las obras de Edvard Munch que presentan tamaños diferentes, también muy imponentes como en el caso de los lienzos monumentales del artista. El Grito, la pintura más emblemática del pintor convertida en icono, está alojada en tres diferentes versiones (pintura, carboncillo y litografía) en la séptima planta, en una estancia especial en la que cada versión se enseña de manera alternada durante una hora mientras las otras permanecen ocultas. La versión más antigua y famosa del cuadro se encuentra en el Museo Nacional.

Foto: ©Einar Aslaksen

Cabe destacar los notables resultados en términos de sostenibilidad ambiental que consigue el edificio, sobre todo teniendo en cuenta su complejidad. Durante el proceso de desarrollo del proyecto se pidió a los arquitectos que redujeran del 45% la huella de carbono del edificio, que ya presentaba un planteamiento orientado a la sostenibilidad. Se decidió utilizar entonces aluminio reciclado, madera de bosques certificados y hormigón de baja emisión. El edificio ha sido certificado Passivhaus.

Foto: ©Einar Aslaksen
Foto: ©Einar Aslaksen
Foto: ©Einar Aslaksen
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Maqueta conceptual: ©Jorge Queipo
OSLO SKYLINE: ©estudioHerreros
DIAGRAMA DE USO: ©estudioHerreros
Planos: ©estudioHerreros
Sección:©estudioHerreros
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