No es la típica casa con suelos hidráulicos y ladrillo visto
Raúl Sanchez Architects convierte un diminuto y esbelto edificio en estado de ruina en el barrio del Borne de Barcelona en un caleidoscopio piranesiano en el que se intersecan en múltiples perspectivas los rastros del pasado con las inserciones modernas.
Tan solo 20m2 en planta por 15m de altura son las medidas del paralelepípedo que compone este edificio entre medianeras del siglo XIX. El estudio RSA lo ha vaciado completamente para instalar 3 nuevos forjados intermedios donde el comitente, enamorado de los ladrillos y de los suelos hidráulicos barceloneses, puede trabajar y pasar cortas estancias en sus venidas a Barcelona contemplando, por dentro, el complejo y heterogéneo tejido de la fábrica original. La caja que envuelve el volumen del edificio ha sido pues dejada completamente despojada y a la vista por dentro, con todos los rastros de la antigua construcción: arcos, dinteles, huecos de peldaños y vigas, restos de morteros, de muebles, premarcos o revestimientos. El cliché de los muros de ladrillo visto y de los suelos en mosaico hidráulico, tanto de moda en las rehabilitaciones de los pisos barceloneses, se teatraliza en una representación hiperbólica que le quita cualquier oportunismo comercial.
Arquitectura: Raúl Sánchez
Nombre del proyecto: CASA BSP20
Lugar: Barrio del Borne, Barcelona
Equipo:
Arquitectura: Valentina Barberio
Estructura: Diagonal Arquitectura
Ingeniería: Marés ingenieros
Fotografía: José Hevia
Proyecto: 2013-2019
Obra: Agosto 2020- Enero 2022
Cliente: Privado
Área construida: 105 m2
Presupuesto (PEC) <300.000€
La principal estrategia arquitectónica que permite este mise-en-scène reside en la interrupción de los forjados intermedios, que no llegan a tocar las dos fachadas. De la fachada delantera los separa una lámina de vidrio y, de la trasera, el vacío del hueco de la escalera, permitiendo que la luz natural y las miradas reboten de una superficie a otra, de una planta a otra, de delante a atrás. Los espacios, de tamaño reducido, multiplican sus dimensiones en la percepción del observador. Las fachadas consiguen una segunda cara, hacia el espacio interior, dejada completamente expuesta en toda su crudeza en contraste con la otra cara, hacia el exterior, que el departamento de patrimonio quiso restaurada tal como fue, supuestamente, en el pasado.
Los nuevos elementos insertados en el espacio se han tratado con materiales con acabados lisos y abstractos, a veces brillantes, en contraste con las texturas rugosas y brutas del prisma contenedor. Latón esmerilado y mármol blanco para el mueble de la cocina en planta baja, metal pintado de blanco para la escultórica escalera de trazado helicoidal, madera lacada color crema para la zona del baño, madera lacada color blanco para los techos, acero inox para los 7 cilindros a la vista que conducen todas las instalaciones en toda la altura del edificio. Con 3 tipos de aluminio diferentes, el frente de la fachada que disimula la puerta de entrada desde la calle reproduce – con un fuera de escala que casi sabe a parodia – el diseño tridimensional del clásico mosaico hidráulico muy querido por el cliente.