La iglesia de San Giacomo Apostolo de Benedetta Tagliabue –EMBT

Benedetta Tagliabue – EMBT
10. enero 2022
Foto: Marcela Grassi

El trabajo de Benedetta Tagliabue – EMBT se ha desarrollado durante 10 años (2011–2021) desde que el estudio ganó el concurso de arquitectura en 2011, con el objetivo de potenciar un entorno urbano en gran crecimiento con un espacio abierto que equilibra lo antiguo y lo nuevo, y confiere al complejo parroquial de ‘San Giacomo Apostolo’ el rol de catalizador para crear identidad en la comunidad y promover la socialización, la educación y la interacción dentro de ella.

Foto: Marcela Grassi

El conjunto se compone de una iglesia de 710 m2, un complejo parroquial de 873 m2 y un espacio exterior ajardinado de 600 m2. La naturaleza está presente en cada faceta de este proyecto. Desde el exterior, se aprecia un edificio ligero y de formas orgánicas, rodeado por una arboleda esbelta, al que se accede a través de dos recorridos laterales que llevan a una plaza de diseño naturalista frente a la iglesia, que actúa como un punto de encuentro y que simbolizan el centro de dos grandes brazos abiertos hacia la comunidad. 

Foto: Marcela Grassi

La inspiración llegó un día en el que estábamos analizando el territorio y el entorno, cuando vimos el cielo de Ferrara lleno de globos aerostáticos por el festival internacional que se celebra cada año en septiembre. Así imaginamos una iglesia ligera y amable, que llega desde el cielo y se coloca en el lugar donde más la necesita la comunidad cristiana, una iglesia contemporánea, rica en fuerza y simbolismo, sorprendente y familiar al mismo tiempo, inspirada en los primeros tiempos de la iglesia” explica Benedetta Tagliabue.

Foto: Marcela Grassi

Tanto la combinación de materiales como el sistema constructivo se modulan de forma diferente para caracterizar las diferentes áreas del programa. Con los mismos materiales se ha podido trabajar desde la iglesia, más monumental, hasta los espacios del complejo parroquial, de aspecto más doméstico.  
Las fachadas juegan con el yeso y el ladrillo visto colocado en distintas disposiciones y realizado a medida con un diseño de tres puntas que recuerda al Palazzo dei Diamanti de Ferrara, obra maestra del Renacimiento.  
El acceso al templo se realiza a través de un gran portón de madera, un material natural fundamental y muy presente en el proyecto; tanto en la cubierta, el mobiliario y la carpintería, las cuales dibujan formas de árboles.  

Foto: Marcela Grassi

En el centro de la iglesia el altar es el protagonista. Situado en un presbiterio circular, el altar es también el punto en torno al cual se organizan la sala y la capilla lateral, así como el baptisterio y todos los espacios anexos. El techo abovedado de madera, que alude a las naves de las iglesias medievales, se ha dispuesto de forma radial en torno a un anillo de luz que rodea un baldaquino suspendido, cuya forma recuerda a la concha de Santiago. La claraboya central permite que la luz descienda sobre la zona del altar, cambiando su efecto en diferentes momentos del día. 

Foto: Marcela Grassi

Una gran cruz de vigas de madera sobrevuela toda la nave con una gran fuerza simbólica. La cruz se ha hecho con unos maderos que se encontraron originalmente en el antiguo Ayuntamiento de Ferrara, y que fueron recuperados especialmente para la iglesia. Se decidió no restaurarlos para que transmitieran todo el simbolismo primigenio a través de su material antiguo y humilde.

Foto: Marcela Grassi

La inspiración de la naturaleza se encuentra también en el altar, que está hecho de un bloque de piedra blanca de Trani casi sin trabajar. Sólo la superficie de celebración ha sido labrada con 4 pequeñas cruces en cada esquina y con un cajón secreto donde se guarda una reliquia. Los laterales de la piedra rústica recuerdan los momentos más primitivos del Iglesia, cuando se celebraba una misa con objetos encontrados y donde el símbolo adquiría una importancia aún mayor. 
El mobiliario del presbiterio se ha realizado a medida en madera laminada, obtenida mediante la combinación de diferentes tipos de madera, que materializan unas formas simples, orgánicas y al mismo tiempo escultóricas. La madera contrasta con el hormigón bruto y la piedra de las paredes y del suelo, creando un hilo conductor entre los objetos.
La sala está dispuesta en forma semicircular a su alrededor con una fila de asientos curvos, lo que permite una mayor proximidad al altar y entre los fieles, favoreciendo una celebración colectiva. 

Foto: Marcela Grassi

El instrumento iconográfico de los objetos de arte, encargado al artista italiano Enzo Cucchi, está concebido como un conjunto orgánico que se despliega en el espacio de la iglesia. Cucchi, ayudado por Don Roberto Tagliaferri para la interpretación litúrgica, ha colocado grandes cruces en piedra serena en cada uno de los muros de la iglesia y del baptisterio. En ellas se han instalado piezas de cerámica de color negro, del laboratorio cerámico Studio D'Arte Gaeta, en las que destacan en bajorrelieve dibujos de Cucchi que representan momentos del Antiguo y del Nuevo Testamento. El hormigón visto se realza con la presencia solemne de la piedra serena.

Foto: Marcela Grassi

Como retablo se ha instalado una cruz romana en piedra serena que está inspirada en la cruz de gemas, que se usaba en los primeros tiempos de la Iglesia y que está rodeada de relucientes piezas de cerámica de colores que simbolizaban estrellas y planetas, santos, ángeles y figuras sagradas del cristianismo. A ambos lados de la cruz se encuentra un altar de madera que alberga las reliquias del apóstol Santiago y un nicho que contiene una estatua de madera de la Virgen María del siglo XVII, encontrada en la iglesia cerrada de la Santísima Trinidad. La pila bautismal antigua ha sido donada por la Familia Tagliabue y proviene de una iglesia abandonada cercana a Bérgamo.

Foto: Marcela Grassi

Desde el espacio abierto de la iglesia se accede a la capilla de culto diario que contiene el Santísimo Sacramento, gracias a un acceso externo. Desde la parte más escultórica del complejo se puede acceder a los espacios para la sacristía, la casa parroquial y la sala de conversación entre los fieles y el párroco, más domésticos, mientras que en un volumen de perfil bajo y orgánico se encuentran los espacios anexos que ofrecerán servicios educativos, asociativos y recreativos a la comunidad, así como nuevas zonas multifuncionales para la escuela cercana, con la que el complejo parroquial también dialoga formalmente con un volumen atento a la relación con su entorno. 

Foto: Marcela Grassi

El interior se ilumina través de lámparas de suspensión realizadas con finas lamas de madera que componen pequeñas cúpulas que irradian luz creando poéticas geometrías y reflejos angelicales.

Foto: Marcela Grassi

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