El modernismo catalán resplandece en el Hospital de Sant Pau i de la Santa Creu

Miriam Giordano
30. septiembre 2015
Entrada principal al Pabellón de Administración, Hospital de Santa Creu i Sant Pau (Foto: Robert Ramos)
Vista aérea del Hospital de Santa Creu i Sant Pau (Foto: Robert Ramos)

Este último conjunto de edificios, el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, gracias a su reciente restauración que ha tardado 4 años en ejecutarse y la apertura al público de todo el recinto modernista en 2014, se ha convertido en un centro de conocimiento y un nuevo polo de interés histórico, cultural y artístico para los habitantes y visitantes de Barcelona.
 
El hospital es una pequeña ciudad dentro de la ciudad que sigue una trama urbanística propia, según dos ejes que forman una cruz, girada 45º respecto a la cuadricula ortogonal del Eixample tal como la pensó Idelfonso Cerdá.
Más pequeño que el proyecto original, el antiguo hospital contaba con 27 pabellones. De éstos, sólo 16 eran modernistas y de los cuales actualmente han sido reformados seis, mientras dos están en proceso. 
 

Patio principal (Foto: Robert Ramos)

La obra original fue llevada a cabo por Lluis Domènech i Montaner y por su hijo, el arquitecto Pere Domènech i Roura entre el 1902 y el 1930. Con sus más de 350.000 metros cuadrados de superficie es el conjunto modernista más grande de Europa.
El complejo de edificios ha sido utilizado como hospital durante más de 80 años hasta el 2009. La reforma, llevada a cabo por más de 30 equipos de arquitectos y decenas de especialistas, ha sido coordinada por el arquitecto Frederic Crespo.
 
La reforma se ha desarrollado según tres ejes guías: recuperar los espacios originales como los había concebido Domènech i Montaner, destinar algunos pabellones a un nuevo uso funcional de oficinas o sitios para eventos, adoptar nuevos criterios de sostenibilidad y ahorro energético. 
 

Pabellón Nostra Senyora de la Mercè  (Foto: Robert Ramos)

Una vez superado el edificio de entrada del antiguo Pabellón de la Administración, nos encontramos con un tripudio de colores, materiales, geometrías y decoraciones que parece salido directamente de un cuento de hadas.
 
Durante la visita guiada al complejo se desvelan todos los detalles de un proyecto revolucionario para su época y destinado a dar respuesta a todas las necesidades sanitarias y de servicios de una ciudad en fuerte expansión, como era la Barcelona de principios del 1900: se trata de un conjunto de pabellones aislados, separados para hombres y mujeres y destinados a diferentes especialidades médicas que se comunican entre si a través de unas galerías subterráneas de un kilómetro de largo.
 

Sala hipóstila conectada con las galerías (Foto: Robert Ramos)

En una época en la cual no era común pensar en el bienestar psicofísico de los enfermos y la relación con su entorno, el arquitecto creó dos jardines para cada pabellón con árboles cuidadosamente seleccionados para crear una vista amena para los pacientes, purificar el aire y mejorar el clima del recinto en términos de sombra, humedad y circulación del aire. Incluido el espacio verde, cada enfermo disponía de un espacio pro-capite de 145 mq, un ratio mucho más elevado que cualquier hospital europeo de aquella época. 
 

El Pabellón Sant Leopold después de su abertura en 1918 (Foto: Cortesía del Archivo Histórico de la Fundación Privada Santa Creu i Sant Pau)

Si el exterior estaba pensado para respirar aire puro y disfrutar de la naturaleza, el interior se proyectó para ofrecer luz natural, colores agradables y relajantes y funcionalidad.
 
El material de construcción de los pabellones es el ladrillo rojo, las cubiertas a dos aguas están revestidas con tejas árabes, la piedra se utiliza tanto por su función arquitectónica como decorativa y, entre las esculturas, se encuentran algunas verdaderas obras de arte de los artistas Pau Gargallo y Eusebi Arnau.
 

Detalles de las cubiertas (Foto: Robert Ramos)

Por último la cerámica, cerámica vidriada y el mosaico cerámico se utilizaron tanto en el exterior con finalidad artística, como en el interior por su función higiénica de facilitar la limpieza.
 
La iconografía y la simbología han sido excepcionalmente cuidadas en este edificio, a pesar de su destino más practico que representativo. Eran los años del boom económico de una ciudad en expansión y el hospital contó con las donaciones de importantes benefactores y de familias de pacientes que querían apoyar el bienestar de su conciudadanos y celebrar el esplendor de la ciudad. Entre éstos destaca el banquero catalán Pau Gil que fue el impulsor más importante del Hospital y así está recordado en muchas inscripciones a lo largo del recinto. 
 

Entrada principal al Pabellón de Administración (Foto: Robert Ramos)

Durante la ruta guiada al recinto son visitables tres Pabellones, el gran cortil y las áreas verdes.
Los otros pabellones reformados cumplen el objetivo de dar forma a un centro de conocimiento ya que albergan las oficinas de algunos organismos internacionales punteros en los sectores de salud, sostenibilidad y educación.
 

Interior del Pabellón Nostra Senyora de la Mercè  (Foto: Robert Ramos)
Oficinas de EFIMED en el renovado Pabellón Sant Leopold  (Foto: Robert Ramos)
El Pabellón Sant Leopold tras la reforma (Foto: Robert Ramos)

La Fundación Privada Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, propietaria del Recinto Modernista, fue galardonada el pasado mes de Julio 2015 con el Premio Restaura de la Generalitat de Cataluña. Este reconocimiento, concedido en el marco de los Premios Nacionales de Artesanía, pone en valor la calidad del proceso de restauración, sobre todo por los criterios de intervención aplicados y el gran número de artesanos que han participado en la rehabilitación.
 

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